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Niños que piden la voz y la palabra en un mundo que está sordo

Quizás dentro de unos años, la perspectiva del tiempo haga posible y al mismo tiempo nos obligue a comprobar horrorizados lo que estamos viviendo hoy día. Por este motivo, pensando en ese futuro implacable que nos humanice un poco aunque sea con el azote de la vergüenza, como el asesino o el cómplice que se derrumba y al fin confiesa, sentí que era necesario que mis alumnos no solo fueran conscientes de lo que les está ocurriendo a los sirios, sino que además alzasen su voz y dijeran al respecto lo que tuvieran que decir.

 

Mi humilde objetivo es que, al menos cuando sean adultos, no olviden lo que está pasando ahora y puedan recordar con orgullo que este tema les llegó al corazoìn y se quejaron e indignaron por ello. A mi parecer sólo haciendo brotar esta semilla en la pureza y humanidad, abrumadoras en estos chicos de doce años, se puede albergar la esperanza de que el mundo de mañana sea mejor que el actual.

Es así como mis alumnos y alumnas de 1º de ESO me han ido entregando pequeños papelitos, en los que han escrito pensamientos como los que siguen. Marta comprueba sorprendida que no ha sido consciente de la barbarie de ISIS hasta que nos ha tocado sentirla de cerca a raíz de los atentados de París. Con el tiìtulo de “Vergüenza”, María escribe: “Niños nacidos en el barro, gente muriendo ahogada...¿queì le está pasando al mundo?”. Marta B. afirma: “Intentan librar una batalla con armas que disparan en nombre de la paz, con ninÞos llorando, mayores desahuciados... un mundo con fronteras que sólo causan problemas”.

Otros, como Fran, me aseguran que no entienden por queì se les considera ciudadanos de segunda. Ana teme que “con el tiempo Siria va a convertirse en una palabra sinoìnima de infierno”. Bianca identifica que “el racismo se inventó por miedo a lo desconocido”. Zahira expresa su deseo de ayudar, porque “lo que es insignificante para nosotros; para ellos, es un mundo”. A Gloria le gustaría “que todo el mundo tuviera un poco más de cabeza, ya que todos somos personas”. Jose Antonio con enorme indignación protesta porque “no han contado con nuestra opinión para cerrar las fronteras”.

Incluso Manuel se encarga de darme el broche de oro para cerrar este escrito: “Puede que esta carta nunca se publique, al igual que nuestra opinión sobre lo que pasa actualmente en Siria, pero más de una vez, personas insignificantes como nosotros, pudieron cambiar el mundo sólo con mostrar sus pensamientos”.

(Carta al director que nos ha hecho llegar Ana Belén González Ortigosa, profesora de lengua y literatura del IES Antonio Gala en Alhaurín el Grande, Málaga)

Fuente. Javier Gallego.eldiario.es