Blog

La Europa nazi

Los refugiados son expulsados por la policía con gases lacrimógenos del campo de Idomeni, en Grecia, sin que las cámaras puedan contarlo porque antes han echado a los periodistas y voluntarios, que lo observan y lo narran desde lejos. Apenas 31.000 votos impiden que gobierne un partido de ultraderecha en Austria, patria de Hitler. En toda Europa, crecen los partidos de extrema derecha nacionalista, algunos incluso abiertamente fascistas, espoleados por la crisis y la islamofobia, primero, y ahora por la llegada de los refugiados. Por Madrid se manifiestan los neonazis, autorizados por el gobierno, gritando consignas xenófobas. La Europa nazi ya no se esconde, mientras la Unión Europea se comporta como tal no sólo en sus fronteras, en su corazón mismo.

 

Se escandalizan los presidentes en Bruselas por el auge de los partidos ultras por el continente, cuando ellos mismos están aplicando técnicas de segregación del nazismo con los refugiados. No hemos dejado de ver cómo les apalean y humillan, cómo les expulsan a patadas o como ganado a Turquía, cómo les abandonan en manos del mar, las mafias, el frío y el hambre, cómo les encarcelan y gasean en campos que no parecen de acogida sino de concentración. Hasta la policía de Tsipras, que se supone está en el polo ideológico opuesto, actúa con la misma repugnante crueldad. Por qué se van a esconder los xenófobos si las autoridades no esconden su xenofobia.

Se escandaliza Europa de lo que provoca Europa y sus políticas austericidas. De lo que provoca un mundo gobernado por el poder financiero. Ha vuelto a suceder lo que sucede en cada crisis económica, lo que sucedió en la anterior debacle. La población empobrecida se vuelve más vulnerable, más miedosa, más manejable. Su miedo y su desconfianza es dirigido por los populismos de extrema derecha hacia los que son aún más pobres. Pobres contra pobres. Pobres sin conciencia de clase que disparan hacia más abajo, en lugar de disparar hacia arriba que es de donde vienen los tiros.

La falta de identidad social se suple con la identidad nacional. Se agitan las banderas nacionales y racistas, que vienen a ser las dos caras de la misma. La religión también saca la suya y agitada entre musulmanes, enciende otro radicalismo, el islámico, que aquí es respondido con islamofobia ultracristiana. Un polvorín. Pobres contra pobres en una guerra global que sólo y siempre beneficia a quienes la provocan. Es lo que pasa cuando vendemos las democracias, que nos devuelven fascismo. El fracaso de la política se vuelve contra ella en forma de extremismos antipolíticos.

En España, la encuesta del INE de condiciones de vida muestra que cada vez más personas se van quedado por el camino en esta crisis, pero el populismo de derechas de Albert Rajoy o Mariano Rivera, se pone a hablar de derechos humanos en Venezuela. Ni una palabra sobre su violación sistemática a uno y otro lado de nuestras fronteras y en las de Europa. Ni una. Qué va a decir el PP si ellos mismos tratan a los migrantes y refugiados como escoria.

No es casual que autorice manifestaciones fascistas dando carta de legalidad al racismo. Tampoco es casual que se hayan disparado las agresiones a gays y trans, si hasta el gobierno les está diciendo a los fascistas homófobos que ya no tienen que esconderse en sus agujeros, que pueden salir a la calle a manifestar su odio abiertamente.

Esto es Europa. “Europa asesina”, grita desesperada en un mensaje de voz enviado a España, una enfermera catalana en Idomeni, que ha visto cómo los refugiados huían despavoridos de las bombas de gas lanzadas por la policía y cómo los niños pequeños tosían y lloraban con los ojos escocidos por el humo picante. No nos sorprendamos de que vuelva el nazismo cuando Europa es cada día más nazi.

Fuente: Javier Gallego. eldiario.es