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El maestro Alfred Ramos presenta el libro “Mestres de la Impremta” en la Universitat de València Pedagogía Freinet, una corriente popular y antiautoritaria

“Con la maestra Marina pasamos de rezar y hacer labor a practicar métodos modernos: salir al campo, clasificar plantas, coleccionar insectos, recoger fósiles, organizar una biblioteca, escribir textos, imprimir una revista, emplear la correspondencia… Se dedicaba en cuerpo y alma al trabajo”. A sus 91 años, así describía la antigua alumna Lolita Tudela a su maestra en la escuela de Barxeta (Valencia) entre 1935 y 1936, Marina Fiol. Pero de ese modo también estaba definiendo la pedagogía popular impulsada por Célestin Freinet (1896-1966), un maestro de primaria de origen occitano, hijo de campesinos, que trató de superar los límites de la escuela tradicional desde los años veinte del siglo pasado.

En la escuela de Bar-sur-Loup, un pequeño pueblo del sur de Francia, Freinet fue un joven maestro que empezó por eliminar la tarima como factor de jerarquía, descubrió el potencial del texto libre impreso por los alumnos (introduce para ello la imprenta en la escuela), la correspondencia entre escolares de diferentes centros y el principio del trabajo cooperativo. También incorpora nuevas tecnologías de la época como el cine. El pedagogo consideraba que los libros de texto “esclavizan también al maestro”.

Sobre todo, Célestin Freinet pone al niño –sus necesidades y posibilidades- en el centro de un nuevo método de educación popular. “Sólo los maestros que están al pie del cañón, que luchan cada día, cada minuto, con la agobiante realidad, pueden distinguir los intentos educativos que verdaderamente les convienen”, afirmaba. Activista en el ámbito sindical, el Partido comunista y el Frente Popular, atacado por la derechista Acción Francesa debido a sus métodos renovadores, su figura centra el primer capítulo del libro “Mestres de la Imprenta. El Moviment Freinet Valencià (1931-1939)”, publicado por la Universitat Jaume I de Castelló. Su autor, el escritor y maestro durante cuatro décadas, Alfred Ramos, ha presentado la obra de 460 páginas en el Fòrum de Debats de la Universitat de València.

Freinet bebió en las ideas del pedagogo ginebrino Adolphe Ferrière, que en el texto “L’ècole active” sentó las bases de la “Escuela Nueva” en torno a 1920. Además de poner el énfasis en los intereses espontáneos del alumno y la influencia de su medio más próximo, la educación se basa en hechos, experiencias y observaciones personales del niño. El escolar debería tener acceso al cultivo de la tierra, la crianza de animales, las excursiones y la gimnasia. No andaban muy lejos los principios de la Escuela Moderna de Ferrer i Guàrdia, fundada en 1901, quien aplicaba la coeducación por sexos y la mezcolanza de clases sociales en el aula, fomentaba la práctica del trabajo manual, priorizaba la ciencia y rechazaba los premios y los castigos. Con este acervo, la metodología Freinet penetró en el estado español en tiempos de la II República. Era el contexto adecuado, destaca Alfred Ramos, ya que se elevó el sueldo de los maestros o se impulsó un plan quinquenal para la construcción de más de 27.000 escuelas.

Ramos es autor de otros dos libros sobre frenetismo: “Els mestres valencians de la CETEF (Cooperativa Española de la Tècnica Freinet) 1933-1939” y “La revista Escola (1965-1969)”. En “Mestres de la Imprenta” señala los primeros grupos organizados para difundir la metodología Freinet en el estado español. Entre el final de la Dictadura de Primo de Rivera y los estertores de la II República, desarrolló su labor en las comarcas de Lleida el grupo “Batec”, formado por unos cien maestros principalmente de escuelas rurales. Los docentes explicaban a los padres las nuevas metodologías: salidas al campo, cuadernos escolares, entre otras. Representó otro hito la “Escola d’Estiu” de Barcelona, en la que Célestine Freinet impartió dos conferencias en el verano de 1933. Prueba de la extensión de las nuevas corrientes pedagógicas es la fundación ese año de la Cooperativa Española de Técnicas Freinet (CETEF). “Algunas escuelas de Magisterio se convirtieron en motores de la renovación pedagógica”, apunta Alfred Ramos, quien resalta la figura de Jesús Sanz en la Normal de Lleida (1928), donde se celebró el I Congrés de la Impremta a l’Escola.

La parte central del texto de Alfred Ramos consiste en un análisis de 41 publicaciones freinetistas del País Valenciano, en las que se citan las revistas del resto del estado con las que se trabó relación y se produjeron intercambios. La relevancia pedagógica de las revistas se entiende a partir de la siguiente reflexión de Freinet, planteada en 1929: “El niño ha de escribir para ser leído –por el maestro y por sus compañeros- y para que el texto pueda ser inmortalizado por la imprenta y ponerlo así al alcance de los comunicantes que lo lean, desde los más cercanos a los más lejanos”. De ese modo, la imprenta en la escuela “tiene un fundamento psicológico y pedagógico seguro y permanente: la expresión y vida de los niños”. Las revistas estudiadas por Ramos se publicaron entre 1932 y 1936, muchas de ellas en escuelas del medio rural – de pueblos miserables, sin luz eléctrica ni agua corriente-, dirigidas por maestros jóvenes, con muchas limitaciones pero con ganas enormes de innovar. Decía Célestin Freinet que la expresión libre “apasiona a los niños”, y el contenido de las revistas da cuenta de las motivaciones: cuentos, ámbito escolar (cantina, colonias, maestros…), visitas y excursiones, animales, noticias escolares, biblioteca, entre otras.

Ya no se trataba de dictar lecciones magistrales desde lo alto de una tarima, ni de poner deberes, vigilar, corregir exámenes, amenazar o imponer castigos. Según la pedagogía freinetiana, el orden en el aula tenía que ser resultado de una organización adecuada del trabajo; la autoridad moral debería proceder de una maestría que condujera al respeto, y la disciplina sería consecuencia natural del principio de cooperación. Después de tres años de investigación, más de cien archivos consultados y más de 60 entrevistas a antiguos alumnos, “que hablan con entusiasmo de sus maestros en los años 30”, Alfred Ramos traza el perfil de 79 docentes valencianos que se inspiraron en los métodos de Freinet.

El título del capítulo –“El oficio de maestro: una pasión vital”- da cuenta de la vocación y el compromiso de estos profesores. Un tercio de los 79 casos citados por el autor de “Mestres de la Impremta” son maestras, a las que las reformas de la II República allanaron el camino. Algunas fueron directoras de escuela (Josefina Castelló o Magdalena Mallebrera), directoras de escuelas Normales, como Rosario P. Solernos, o presidentas/secretarias de consejos locales de la primera enseñanza (Carmen Valero). El 70% de los docentes nominados en el texto estuvieron afiliados a sindicatos, la mayoría a la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE). Un 44,3%, a alguno de los partidos del Frente Popular, en primer lugar a Izquierda Republicana.

El libro de Alfred Ramos dedica el capítulo 7 a describir las revistas, información a la que se adjuntan fotografías de los maestros e imágenes de los dibujos y textos de los escolares. “Caperucita Roja” era el periódico de la escuela de niñas número 1 de Oliva (Valencia), en 1936, de la que se encargaba la maestra Carmen Valero Gimeno. Los dibujos ocupan una cuarta parte de esta publicación, que incluía publicidad en la última página. Los textos, casi todos escritos por las niñas del centro, remiten a las vacaciones, biografías de personajes, recetas de cocina, la biblioteca y algunos hitos, como la visita a la Feria de Muestras de Valencia. Fue ésta la primera ocasión en que muchas de las niñas del colegio salían de Oliva.

Algunos testimonios denotan los métodos renovadores aplicados en esta escuela: “El material lo hacemos nosotras y tenemos en las paredes mapas muy grandes pintados por las niñas”. Las alumnas gestionaban la biblioteca autónomamente y organizadas en forma de cooperativa. El espíritu que impregnaba la escuela de Oliva es inseparable de la personalidad de su directora, una de las primeras maestras afiliadas a la FETE y militante de Izquierda Republicana. También organizó en el municipio valenciano la sección de Mujeres Antifascistas, donde ocupó la Secretaría del Comité Local.

En octubre de 1933 la Unitaria número 1 de Buñol comenzó a editar la revista “Mi Escuela”, autogestionada –al igual que la biblioteca- por un consejo de administración de alumnos. Dirigía la escuela el maestro José Domingo Nicolás, quien recordaba 40 años después en un homenaje, que los chicos hacían “horas extraordinarias” para publicar periódicos y organizar bibliotecas y museos, en tiempos en que “ir a la escuela aún era un castigo”. En el aula se impartían clases de música, educación física, se proyectaban películas o se salía de excursión al campo o a otros lugares del municipio. La revista se hacía eco de estas actividades: naturaleza, medios de transporte, cuentos o las crónicas de los partidos de fútbol del Bunyol. Contaban además con un museo pedagógico, con secciones de ciencias naturales o monedas antiguas. “Nosotros tenemos la terrible responsabilidad de quienes tienen en sus manos el hacer una humanidad mejor o peor”, afirmó el maestro José Domingo Nicolás en el último número de “Mi Escuela”.

Fue en julio de 1936. Durante la guerra civil y la posguerra se produjo la “purga” del Magisterio. Se negaba la presunción de inocencia de los docentes represaliados, y en los Expedientes de Depuración se incluían acusaciones como “Militancia en organizaciones afectas a la República”, “Nacionalismo o separatismo” y “Actitudes contrarias a la Causa Nacional”. A Paquita Sales, maestra de ideas progresistas, se la señaló porque “teniendo en cuenta sus ideas inocularía el virus marxista en las mentes infantiles de sus discípulos”. La Falange de Alzira apuntó a José Bosch como “el maestro más rojo” de este municipio. Son sólo algunos ejemplos de la ristra citada por Alfred Ramos. De los 79 docentes de ideología freinetista analizados por el maestro e investigador, 44 fueron sancionados; de este grupo, 28 resultaron expulsados de la carrera de Magisterio y a otros 17 se les sometió a suspensión de empleo y sueldo, trasladados fuera de su provincia o inhabilitados para cargos directivos. Se formularon acusaciones, incluso, de “librepensador” o ser “algo izquierdista”. “Fue una derrota terrible”, concluye el autor de “Mestres de la Impremta”.
 
Enric LLopis. Rebelión