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La formació política va viure un «intens debat» al centre cultural la Fàbrica de Celrà el passat dissabte.

CELRÀ | DDG Prop de 400 persones d'arreu de Catalunya, integrants de cercles de Podem, van assistir dissabte a la sisena edició assembleària d'intercercles de Podem Catalunya, al centre cultural la Fàbrica de Celrà.   En la trobada es va parlar de "la necessitat d'una organització més distribuïda arreu de la comunitat autònoma, no tan centrada a la capital". També es va viure un "debat extens de com pot afectar la possibilitat de la creació de nous partits". "Però el missatge de major consens ha estat clar i unànime: aconseguir un partit fort i reorganitzat", diu l'organització. A la trobada hi van assistir el diputat al congrés Raimundo Viejo i els diputats al parlament Jessica Albiach, Albano Dante Fachín i Joan Giner.

Fuente:  DiarideGirona

Enero es el mes de Jano, el dios romano que miraba al mismo tiempo hacia atrás y hacia delante, la doble puerta que unía el pasado y el futuro. Si consideramos el 20D un umbral jánico y miramos hacia atrás, es difícil exagerar las transformaciones experimentadas en España desde que hace dos eneros se presentó en Madrid la iniciativa que hoy llamamos Podemos. El intenso, sinuoso y a veces errático camino que ha llevado hasta esos 69 diputados ha dejado ya en nuestro país al menos tres cambios decisivos.El primero, en el discurso, tiene que ver con el cuestionamiento de todos los acuerdos de acero de la llamada transición y, por lo tanto, de las prácticas políticas asociadas al bipartidismo dominante en las últimas décadas. Apoyándose en el aura inmunológica del 15M, Podemos ha repolitizado a las mayorías sociales desplazando la hegemonía en dirección contraria a la rampante en Europa. En el país que parecía mejor blindado, peor preparado y más conservador, ha logrado levantar el tabú que pesaba sobre algunas cuestiones centrales (la monarquía, el modelo económico y sobre todo “la cuestión nacional”) imponiendo un nuevo marco discursivo a las propias fuerzas del régimen y cerrando el paso, de este modo, al amenazador populismo de derechas que se cierne sobre el continente. Un ejemplo pequeño y reciente: mientras que, tras los atentados de París del 13 de noviembre, el Frente Nacional imponía al “socialista” Hollande una reacción belicosa e islamofóbica, en España fue Podemos, con su iniciativa de paz y contra los bombardeos indiscriminados, la que marcó el paso a los otros partidos y desactivó la danza electoralista del “pacto antiyihadista”. Aquí, como en la “cuestión nacional”, Podemos ha sido capaz de enganchar y desplazar el sentido común sin perder -sino al contrario- un solo voto. Defender principios puede ser la estrategia más pragmática si una combinación de liderazgo ético y empuje social hacen repentinamente audible, en los propios medios adversarios, la mayoría de edad de la sociedad. Esta verdadera revolución discursiva (¡un referendum en Catalunña!) ha ido acompañada de una democratización de las prácticas políticas y una repolitización de las conductas ciudadanas.

“Hemos corregido en la negociación lo que no nos dieron las urnas”. Hay frases que te delatan y esta declaración de Artur Mas después de cerrar el acuerdo entre Junts Pel Sí y la CUP para investir a Carles Puigdemont como nuevo president de la Generalitat, es la confesión de un fraude electoral. Hemos corregido lo que habéis votado porque no sabéis votar. Pedimos urnas, las urnas no nos dieron suficiente para formar gobierno y hemos tenido que mezclar papeletas anticapitalistas y ultracapitalistas. El mal menor por el bien mayor: la independencia. Es éticamente incoherente e ideológicamente incomprensible, pero estratégicamente plausible para un independentista. Aunque ni siquiera todos lo entienden. Pero había que salvar el proceso. Como fuera. Así ha sido. Les está quedando un proceso más kafkiano que El Proceso del mismo Kafka.

“El Rey ha de convocar en breve a las fuerzas parlamentarias, en momentos singularmente preocupantes de la vida española y en los que la institución que encarna va a verse afectada también por los ecos de la corrupción. Puede ser paradójicamente una magnífica ocasión para que en medio de la tormenta sea capaz de demostrar la utilidad de la Corona, base casi exclusiva de su pervivencia, propiciando un pacto que beneficie al conjunto de los ciudadanos”

Juan Luis Cebrián, El arte de la mentira política, El País, 11 de enero de 2016

Para la derecha reaccionaria, cualquier idea que huela a izquierda resulta una enfermedad contagiosa que hay que evitar a toda costa. Las izquierdas huelen mal; las feministas son marimachos o tiorras; los inmigrantes siempre son presuntos delincuentes; la clase trabajadora es inculta. No extraña, pues, que Celia Villalobos, una profesional de la política del PP, tema que las rastas de un diputado podemita puedan tener piojos y representar un riesgo de contagio para su limpieza exquisita de clase alta.Sus piojos mentales y sus prejuicios ideológicos destilan el odio característico de un fascismo latente de baja intensidad elitista que sale a la palestra cuando hay ocasión propicia para ello. Huyendo de los argumentos, tira de munición populista porque sabe que existe un consenso tácito en la cultura de a pie de calle a favor de una respetabilidad costumbrista y conservadora que prescribe lo que es correcto e incorrecto de modo sibilino. La norma no escrita dice que el hombre debe usar americana y corbata y la mujer ha de mostrarse con los rasgos femeninos que dicta la publicidad y la sociedad machista en la cual vivimos.