Es un punto de partida de la Sociología que el contemporáneo de cualquier época no tiene consciencia plena, ni de las transformaciones ni de los fenómenos globales más o menos manifiestos que está viviendo, ni de los efectos de ambos a medio y largo plazo. Siempre, más o menos, ha sido así. Pero del mismo modo el contemporáneo de hoy día, aunque está sobradamente avisado, tampoco es plenamente consciente del alcance de los desgarros profundos en la Naturaleza ocasionados por la ambición y por la necedad humanas. Lo que ocurre es una cosa, y es que ahora, al ser tales cambios sumamente vertiginosos, percibimos mejor la falta de consciencia del contemporáneo representado por los dirigentes mundiales, por su incapacidad de anticipación a situaciones sumamente graves previsibles, no precisamente relacionadas con el terrorismo, sólo solucionable si las potencias occidentales abandonasen militarmente el continente asiático. Capacidad de previsión y anticipación, por cierto, que debieran ser exigibles a quienes se aventuran a dirigir los destinos de una sociedad y a todo este sistema sociopolítico impuesto en el hemisferio occidental, y de las que no obstante y en apariencia carecen. Y digo en apariencia, porque otras teorías atribuyen el negarse a la prevención o poner remedios, a la intención perversa por parte de un puñado de canallas de extraer infinitas ganancias de ello, unos, y otros, de conseguir por distintos medios el control absoluto del planeta...
Leer más...